La Arqueología Industrial podemos definirla como el Patrimonio constituido por la globalidad de restos materiales resultantes de la industrialización que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico y científico. Su reconocimiento por la sociedad y la legislación como bienes culturales a proteger es bastante reciente, pues tradicionalmente ha sido un Patrimonio Histórico poco valorado y en grave estado de ruina, pues al abandono de la actividad industrial que daba vida el elemento patrimonial concreto, se producía el expolio, desmantelamiento, derribo... de unas instalaciones que, sin embargo, formaban una parte importante de la memoria histórica almeriense.
Nos hemos centrado fundamentalmente en la arqueología minera, con gran protagonismo en la historia y la economía almeriense durante el siglo XIX, materializado en multitud de restos salpicando la geografía provincial. Este siglo supone una época de recuperación económica de nuestra provincia y de apertura al exterior gracias a la comercialización de la minería y la uva, superando la crisis secular del territorio almeriense durante la Edad Moderna (siglos XVI al XVIII)
Cargadero de Tres Amigos, punto de partida del antiguo ferrocarril de vía estrecha Bédar – Garrucha © Fotografía: Paco Bonilla
Las chimeneas, cabrias, fundiciones, minas, hornos de calcinación, poblados mineros y minas salpican nuestras sierras, símbolos de una efímera Revolución Industrial que se desarrolló en nuestra provincia tras la liberalización minera de 1825, y que permitió que nuestro territorio saliera del aislamiento y el atraso secular de toda la Edad Moderna. Las sierras de Gádor y después Almagrera se convierten en centros de extracción de plomo y después de hierro, en un fenómeno que después se extiende por gran parte de la geografía provincial.
Estos restos mineros tuvieron una vida efímera, pues cuando las coyunturas económicas cambien y la actividad cese, se integran en el paisaje almeriense como unos testigos mudos. Muchos almerienses desconocen esa memoria histórica y por ello debemos difundir esa inequívoca seña de identidad de su identidad histórica y cultural.
Ese desarrollo económico efímero del siglo XIX tendrá su reflejo en la demografía, de forma que nuestra provincia duplicará su población. El momento de apogeo será con la minería del hierro desarrollada básicamente entre 1890 y 1914, gracias a la elevada demanda internacional de hierro, el alza de los precios o la depreciación de la peseta. Pero irá ligada a la creación de infraestructuras de transporte barato, especialmente ferrocarriles y cables aéreos, pues se necesita transportar de forma rápida y barata el hierro, con bajo precio por tn, hasta la costa, desde donde los barcos lo trasladan a las siderúrgicas.
El desarrollo de esta minería fue tan espectacular como efímera entre 1914 y los años treinta, por el agotamiento de los criaderos, la caída de la demanda al término de la guerra mundial, el aumento de los costes, la apreciación de la peseta… y especialmente el alto coste de los transportes.
Restos de la Fundición Fábrica Nueva (Villaricos) y escombreras de escorias, con un grupo de visita turístico-cultural © Fotografía: Paco Bonilla
El balance final es una falta de infraestructuras resultantes de este desarrollo minero y una auténtica colonización extranjera como enemigos del desarrollo almeriense, impidiendo un desarrollo sostenido y la inversión “in situ” de los beneficios de la actividad industrial. Nuestras riquezas viajaban fuera y sólo dejaban unos menguados jornales. Cuando la estrella de la fugaz minería y la industrialización deje de brillar, Almería no tendrá una importante clase media emprendedora o un tejido industrial, debiendo retornarse a la agricultura tradicional de subsistencia y a los recuerdos de esplendores pasados.
El cierre definitivo de las minas de Alquife (Granada) en diciembre de 1996 y el viejo Cargadero Francés de Almería, marcan el epílogo de la aventura minera en nuestra provincia, un siglo después del esplendor del siglo XIX.
Antigua casa del ingeniero jefe en Las Menas (Serón), recientemente rehabilitada © Fotografía: Paco Bonilla
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